DEBATE DE MENÉNDEZ, MARTÍNEZ Y FRANCO EN MERLO
Los tiempos de crisis exigen que los candidatos a cargos públicos
expongan sus ideas en una vidriera ciudadana. En sus términos, no sólo
observaremos las ideas, sino las inflexiones de la voz, las expresiones frente
a las sorpresas, el carisma, el compromiso, el dominio de los temas propuestos,
el conocimiento de las causas y las alternativas de solución. Todo es
registrado para las conclusiones finales del electorado previo a los comicios.
Por eso el día 15 de octubre se realizó un debate entre los candidatos
Gustavo Menéndez (FpV), Rosendo Martínez (Progresista), Cristian Franco (FIT),
moderado por el profesor Agustín Etchegoyen en el edificio de una Escuela N° 3 de
Merlo. Fueron notorias aunque previsibles las ausencias del candidato del FR y,
además, la del representante del Pro, estos últimos empleados encubiertos del
actual intendente don Raúl Othacehè.
Pero, qué es un debate sino un acto de comunicación y exposición de
ideas diferentes y quizá enfrentadas sobre un mismo tema que será más hondo y
complejo a medida que los argumentos expuestos vayan aumentando los motivos en
cantidad y en solidez. La finalidad directa de un debate es exponer y conocer
las posturas, bases y argumentos funcionales de las distintas partes convocadas
a participar. Indirectamente puede cumplir un rol de aprendizaje y
enriquecimiento para quienes participan en un debate, eventualmente pueden
cambiar a otra postura o profundizar y enriquecer la propia, aunque eso no es
la finalidad o el principal motivo de un debate.
Según la espontaneidad, los debates se clasifican en aquellos
formales, los que tienen un formato pre-establecido, así como el tópico
específico a discutir, y que cuentan con un moderador; y aquellos informales
cuyos temas no son previamente acordados.
Un buen argumento debe aportar apoyo suficiente para aceptar la
conclusión, y las premisas deben estar relacionadas con la conclusión. Una
argumentación insuficiente es considerada una falacia.
Pero el tema inicial de interés fue la promoción y difusión de la
cultura y la educación en el distrito, como sabemos, dos valores comunales y
civiles maltratados y postergados durante 24 años de gestión othaceista, cuando
lo común fue la captura y desaparición de fondos provinciales y nacionales
destinados a tales fines, eliminados a la altura de las estructuras medias, por
eso jamás llegaron al habitante de Merlo. No se trata sólo del enriquecimiento
de los miembros del aparato del gobierno comunal, sino del empobrecimiento que
produce tras un cuarto de siglo para el olvido. Merlo no tiene centros
culturales de importancia en cada ciudad o pueblo, no orienta ni capitaliza los
estudios de impacto estructural del municipio, ni reúne o promueve las
expresiones populares, deportivas o tradicionales, no tiene feria local de
libros, ni exposiciones anuales de artesanos, ni eventos de reconocimiento
público de figuras sobresalientes. La desconexión ha sido tal que el gobierno
aún desconoce la reserva cultural, intelectual y deportiva de sus habitantes,
cuando los apremios ilegales ha sido la moneda corriente.
Algunos detalles a descarta del encuentro fueron los Planes FINES que
promueven la finalización de los estudios secundarios, que por un lado cuenta
con el apoyo Menéndez pero no con el favor de Franco, del FIT, la promoción de
centros culturales descentralizados con financiamiento del Estado nacional, el
fomento de los deportes y premiación de quienes han merecido un reconocimiento
por su labor sobresaliente en las últimas décadas.
Merece subrayarse el comentario de Menéndez cuando dijo que para dicha
promoción hacen falta nuevos recursos y una planificación estructural, como
parques industriales, descentralización de los centros culturales, y evitar que
la cultura sea objeto para una elite privilegiada y mezquina, como ya ocurrió.
Y por supuesto que las falacias de pesada importancia
no faltaron a la cita. Respecto a esto último, Cristian Franco, el candidato
del FIT, utilizó el argumento de “partícipes necesarios” al incluirlos en la
desaparición de esos fondos para descalificar a los otros candidatos. La
falacia aquí es doble porque liga a Rosendo Martinez y a Menéndez con el enriquecimiento personal,
que no es tal, y porque lo vuelve aliado y actor del aparato podrido de don
Raúl Othacehe, cuando fue otra víctima más.
Como resumen, no pasó inadvertido el candidato progresista Rosendo Martínez,
cuando abogó para que quienes fueron parte de la “vieja política” se aparten
desde el 10 de diciembre. Se refirió así a los actores de la estafa y los
apremios de los 24 años pasados.
Pero más allá de lo anecdótico o histórico, el debate se dio en un
ámbito ameno de respeto, recepción y contribución, ya que todos pudieron
exponer sus ideas y propuestas para que los vecinos de Merlo tengan una forma
tangible y directa de abordar los asuntos públicos. Merlo también debate su
futuro.